Publicitar los sentimientos insolidarios
La ironía y la ironía inteligente es lo que más agrada de los anuncios publicitarios. El pretendido sarcasmo disfrazado de ironía es lo que más desagrada de un spot.
Después de una año de anuncios incomprensibles de coches algunos de ellos muy perspicaces y otros no tanto viene una tanda basada el egoísmo de nuevo lo tengo o en el ridículo - ¿cómo es que no lo tienes?
Se ha extendido la moda de la insolidaridad, quizás por compensación a la buena conciencia políticamente correcta o simplemente porque se piensa que el público joven lo es. O porque los cerebros de los creadores publicitarios no llegan a tanto.
No hay que escandalizarse en exceso pero estar prevenidos. Modas parecidas por la propia competencia de los profesionales acabaron en extremos insoportables. No hay problema con la estupidez de unos señores que ocultan su coche ante el nuevo modelo que los deslumbra o la señora que sorprende a la vecina con su nueva adquisición. El héroe es el malvado o el que posee lo que el otro no puede disfrutar. Pero no es preocupante, esa es una transversal común a gran parte de la publicidad.
El inconveniente es que vayamos a más.
Después de una año de anuncios incomprensibles de coches algunos de ellos muy perspicaces y otros no tanto viene una tanda basada el egoísmo de nuevo lo tengo o en el ridículo - ¿cómo es que no lo tienes?
Se ha extendido la moda de la insolidaridad, quizás por compensación a la buena conciencia políticamente correcta o simplemente porque se piensa que el público joven lo es. O porque los cerebros de los creadores publicitarios no llegan a tanto.
No hay que escandalizarse en exceso pero estar prevenidos. Modas parecidas por la propia competencia de los profesionales acabaron en extremos insoportables. No hay problema con la estupidez de unos señores que ocultan su coche ante el nuevo modelo que los deslumbra o la señora que sorprende a la vecina con su nueva adquisición. El héroe es el malvado o el que posee lo que el otro no puede disfrutar. Pero no es preocupante, esa es una transversal común a gran parte de la publicidad.
El inconveniente es que vayamos a más.
1 comentario
Rafael Cervera Moreno -
¿Seria la censura y un rígido control de los contenidos la solución? Creo que si lo pensamos bien sabemos lo que a la larga eso significaría. La responsabilidad, pues, esta en los padres y en aquellas personas que pueden enseñarles a ver televisión de forma que no les perjudique en su educación. Pero para esto hace falta una concienciación de los efectos, no solo de determinados programas, sino de la publicidad en televisión.