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En torno a hemorroides y almorranas

Cada palabra es un mundo. Con sus relaciones, sus luchas, y sus múltiples matices. Aunque sin biologizar ni sublimar la cosa ya que hablar de un espíritu general de la lengua nos puede llevar a un peligroso Volkgeist.
Dice Alex Grijelmo, autor del ‘El genio del idioma’ – donde lo atractivo y lo peligroso del tema se unen ‘genialmente - que “el idioma siempre crece de abajo hacia arriba” (Periódico de Catalunya, 11-1-05) y que los anglicismos son impuestos desde ese ‘arriba’ (el del poder mediático, supongo).
La lengua es democrática, el lenguaje es una imposición de las élites. Las palabras van por libre.
Ni don Quijote ni Sancho representan dos grupos sociales sino que son la recreación de Cervantes sobre esos dos grupos. En el siglo de la normalización del castellano – nada democrática, por supuesto -, se comienza a fabular un lenguaje popular que dará al origen al costumbrismo y Cervantes afina la pluma en esa dirección.
La guerra de las palabras llevará a una ‘limpieza’ de los arabismos ya decretada por Nebrija y que reduce exitosamente en porcentaje de intromisiones sustituyendo los términos con neologismos clásico greco-latinos (de arriba hacia abajo).
http://www.maderuelo.com/historia_y_arte/arabismos.html
No hay piedad en esta guerra.
Las palabras van cayendo una tras otra, aunque la resistencia de algunas es memorable. Todavía he visto a un médico callar a una anciana que utilizaba ‘almorrana’, qué vulgar, en vez del culto ‘hemorroides’.
Cobarruvias (1611) ya señala las cuatro almorranas de Nebrija que introducen el término sustitutivo, ‘hemorrhois’, según tengan sangre, no la tengan, sean con resquebrajaduras o de sodomitas.
El diccionario de autoridades la condena definitivamente señalando la frontera del lenguaje de los ‘anatomistas’ que hablan de hemorroides.
La palabra tiene su gracia porque fue utilizada contra los judíos – los cuales estaban condenados a sufrir de almorranas, sangrientas, como castigo divino a sus pecados porque los penaba a sufrir un flujo femenino no periódico sino continuo (de la identificación de judíos y mujeres ya hablaremos en otro momento).
Al morir don Juan de Austria tras una desafortunada intervención quirúrgica en sus almorranas, se decidió oficialmente ocultar la causa de una muerte que sonaba a judía. El caso – al envolver en tanto misterio una cosa tan prosaica - se volvió contra el monarca Felipe II al que se acusó de la muerte de su hermano por razones de estado.
Sea una degradación bajolatina o arabización, la palabra comenzará a ser perseguida por sus connotaciones.
Es un ejemplo de tantos.
La llamada entonces ‘purificación’ del lenguaje, después ‘limpieza’, ambos términos un poco terribles, muestran una directiva clara. La utilización de las palabras no es inocente. Ni la presencia de un término ni su ausencia.

1 comentario

Jordi Altesa Cabanas -

Hola!
Després de llegir aquest escrit sobre el llenguatge voldria afegir un apunt. Per un treball d'una assignatura de la facultat vaig haver de buscar informació sobre el què és "políticament correcte". Pel què vaig entendre i ara he llegit, crec que hi ha bastanta relació, perquè aquest estil d'origen americà vol polir el llenguatge, no ferir les sensibilitats i intentar que la llengua no reflecteixi el què és la societat, racista, homòfoba etc. Això ho necessiten les persones que es dirigeixen a la massa -politics i periodistes-, al comú de la societat. I això de buscar sinonims a paraules comunes com hemorroides/almorranes sempre és típic dir les coses de manera que "quedin bé"