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Tiempo de Medusas

Tiempo de Medusas Un lienzo oscuro, con una luz cenital, casi teatral. Unas personas desesperadas que se abrazan a unas tablas en medio de la tormenta. Algunos de los náufragos intentan otear la salvación que puede venir del horizonte; otros, se abandonan a la desesperación silenciosa. En el extremo derecho del extraño rombo dramático ideado por el artista, un muerto que se resiste a ser arrastrado por la corriente.
Se trata de ‘La balsa de la Medusa’ (le radeau de la Méduse), pintado en 1818.
Delante de ese cuadro de Géricault, que tanto influyó en el movimiento romántico y en Delacroix, he pasado largos ratos (Louvre) sin encontrar la solución exacta a la propuesta que el romanticismo plantearía y que este cuadro inauguraba.
Detrás estaba la incompetencia política que acentuó el drama. La fragata, enviada al Senegal en 1816, estaba mal dirigida. Aunque no aparezca, detrás del cuadro se encontraba el innoble conde de Chaumareix, capitán del barco que abandonó a la marinería mientras él y los oficiales ocupaban las barcas de salvamento. Ciento cincuenta personas desesperadas construyeron balsas improvisadas para escapar de aquel infierno, disputaron los sitios en la balsa, practicaron el canibalismo, navegaron a la deriva... Sólo sobrevivieron quince.
Mis dudas fueron y son enormes.
Géricault dispone una metáfora que puede tener una interpretación inmediata – la prensa airea el caso durante semanas en medio de descripciones morbosas de los supervivientes; una interpretación nacionalista – Francia derrotada y abandonada por sus líderes se entrega a la desesperación -; una interpretación social burguesa – la aristocracia ha tomado de nuevo el poder en Francia gracias al resto de Europa pero no cree en sí misma como clase dirigente y abandona el puente de mando del navío al primer contratiempo -; una interpretación moral – las fuerzas de la naturaleza y el azar nos llevan a soluciones individuales ante la catástrofe; una interpretación estética muy influida por las últimas reflexiones de Goya y con ecos de Caravaggio – sólo el tenebrismo puede reflejar el drama sin color de la pesadilla que representa la insolidaridad humana...
Es la misma meditación que provoca la patera a la deriva en el Atlántico y llena de personas exasperadas que lanzan un SOS a través de un móvil, avistada por un mercante ya con diez cadáveres a bordo, finalmente desaparecida. No ha provocado ningún gran escándalo mediático.
Es una noticia más – enero 2005 -.
El fantasma del malvado conde de Chaumareix no está tampoco en esta nueva pintura pero su sombra envuelve y deja sin color al cuadro.
Algo funciona mal en la gestión del poder – allí, las mafias existen en la ausencia de poder estatal o con la connivencia de éste -; aquí, donde controlan más o menos perfectamente los flujos comerciales excepto en una mercancía, la humana.

3 comentarios

Josep-Oriol Mas Mina -

Quién fuera pinzel para describir la realidad tan fielente y a la vez poder elucubrar las mayores fantasías! Quisera añadir una interpretación más a las hechas acerca del lino \\\"El rai de la medusa\\\": la de la tragedia del ser humano. En el lienz observamos como los cuerpos se amontonan formando una pirámide: en su base están los más desesperados (hasta muertos) y en su cumbre los más vivos, los esperanzados, los que han visto el barco que seràsu salvación. Cabe destacar algunos aspecos más: ¿la pirámide que forman los náufragos podría tener alguna similiud con el símbolo con el que se representa Dios (el triángulo)? ¿El uniforme francés que aparece tirado en un rincón de la balsa podría significar el abandono de las identificaciones y ceencias grupales del hombre? ¿El barco que se acerca a lo lejos podría ser no sólo la salvación física, sinó también la salvación de las almas de los marineros? Tal vez el hombre, desnudo de toda creencia nacional, sólo puede desesperar y confiar en la providencia divina. Seguramente éstas son elucubraciones sin sentido, pero siempre es atractivo reinterpretar un cuadro. El receptor del arte tiene este privilegio, al fin y al cabo...

Gemma Plans Garcia -

(continuación)En fin, el Siempre Casina pasará como una noticia más en la que tenemos que lamentar otra vez fallecidos en alta mar; esos marineros a quien parece no les demos importancia. Desde 2000 ya van 89 marineros españoles fallecidos en alta mar. Muchos recordaremos el naufragio del Arosa en aguas irlandesas que se saldó con la muerte de seis marineros o el de OBahía en las islas Sisargas. Pero seguro que algunos desconocemos los naufragios del Machito, Amur o Hansa. Y es que a veces tendemos a dar más importancia a los grandes sucesos, a los que podrían haber sido grandes tragedias. Si no, ¿qué me dicen ustedes acerca del crucero Grand Voyage? ¿Acaso no tuvimos noticias del seguimiento de la embarcación día a día, y pudimos escuchar los testimonios de primera mano la misma noche en la que llegaron los tripulantes?, ¿incluso antes de que pudieran descansar y hablar con tranquilidad con sus familiares? Quizás esto sea el egoísmo, interesarnos por un “gran” suceso que nos suena a película, que por otra tragedia que ha pasado desapercibida para muchos...

Gemma Plans Garcia -

Le felicito. Primero porque me ha hecho recordar uno de los cuadros más sugerentes y románticos (valga la redundancia) que he visto en mi corta vida, "El rai de la Medusa" de Géricault. Y también, porque su artículo me ha hecho reflexionar acerca del egoísmo humano. El paralelismo que usted hace entre el cuadro de los 15 supervivientes exhaustos reclamando ayuda y la tragedia reciente del Siempre Casina no podía ser más acertado. Lo que yo también me pregunto es cómo no se le ha dado ninguna importancia a esta noticia. Apenas ha salido en los telediarios y en los periódicos (El País) ocupó la página 22 entera pero en la portada aparecía en el apartado del sumario. Lo que ha dejado es una tragedia, seis fallecidos, dos desaparecidos y un único superviviente de 24 años. El naufragio del Siempre Casina ha dejado imágenes que ni el mismísimo Titanic. Ayer se celebraron los funerales de los marineros fallecidos en Burela (Lugo) y en él asistieron cientos de personas e incluso la ministra de Pesca, Elena Espinosa. Lo que aún no sabemos son las causas exactas de la tragedia y lo que es más importante, si podía haberse evitado el accidente. O si más no, si los servicios de rescate estaban preparados y fueron suficientemente eficientes.